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Arquitectura


Modelar el vacío. Casa en Alenquer


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Cuando pensamos en arquitectura, generalmente nos viene a la cabeza la idea de una masa que ocupa un espacio vacío en cierto lugar. Un elemento masivo que contiene una determinada actividad humana. Pocas veces nos detenemos en uno de los elementos esenciales de la arquitectura: el espacio.

Bruno Zevi, en su libro "Saber ver la arquitectura" (1951) analiza el espacio interior de un edificio diciendo: "las cuatro fachadas de una casa, de una iglesia, de un palacio, por bellas que sean, no constituyen más que la caja en la que está comprendida la joya arquitectónica. Puede estar finamente trabajada, arduamente esculpido, horadada con gusto; puede ser una obra maestra pero continua siendo una caja... pero nadie ha pensado jamás confundir el valor de la caja con el de su contenido... lo contenido es el espacio interno" .

La casa de Alenquer (Portugal) de los arquitectos Aires Mateus es un claro ejemplo de cómo se puede modelar un vacío y de cómo ese diseño del vacío se convierte en el elemento más importante del proceso proyectual.

El encargo del proyecto consistía en la rehabilitación de una vivienda tradicional existente en un núcleo urbano homogéneo, conformado por calles estrechas y edificaciones masivas de cierta antigüedad constructiva, dotando al conjunto de una identidad propia.

Cuando se trata de llevar a cabo actuaciones en viviendas antiguas generalmente se piensa en una sustitución de lo viejo por lo nuevo y en una nueva interpretación del espacio interior. En ocasiones tampoco son consideradas las posibles relaciones con el contexto que posee la antigua edificación, sustituyendo la vieja fachada por una nueva. El estado ruinoso de la vivienda, la convertía realmente en una gruesa piel de casi un metro de espesor y siete metros de altura, horadada por una serie de huecos.

El punto de partida era una caja y el nuevo proyecto consistía en cómo dialogar con ella. En la tensión entre la piel y el nuevo corazón. Los muros son entendidos como parte fundamental de la nueva vivienda, ya que contiene el espacio exterior de la nueva construcción que crece entre ellos. La intención primordial es componer un espacio interior a modo de escultura, que dialoga con la caja interior que conforma la nueva construcción y propio espacio interior. Se trata por tanto de un juego de cajas que se introducen una a una en una caja más grande. El vacío intersticial conforma una caja de luz. El pavimento interior de la vivienda se prolonga hasta los antiguos muros, de modo que no percibimos que, dentro del espacio intersticial, estamos entre dos construcciones distintas. Esto se potencia aún más unificando el revestimiento de todo el conjunto. La pesada geometría irregular y no ortogonal de la piel exterior conformada por los antiguos muros, contrasta con la geometría ligera y ortogonal de la nueva construcción. Entre ambos se modela el espacio, generando distintas tensiones. Dichos espacios cuentan con unas características distintas, según su proximidad al muro, dimensión, posición de los huecos y luz existente. Lo nuevo y lo viejo se complementan, conformando un todo.

En la casa de Alenquer, así como en otros proyectos de Aires Mateus, el vacío es el protagonista, su relación con la masa y la composición de los espacios interiores como si de esculturas se tratara.

Edmund Bacon definía la arquitectura como una secuencia de espacios interrelacionados recorridos por el tiempo, por lo que unos espacios son consecuencia de otros anteriores que hemos visto y de unos posibles espacios futuros que vamos a ver. La arquitectura es una secuencia espacial recorrida por el tiempo de contemplación. Esa idea de la arquitectura es lo que la hace permanente.